junio 03, 2009

Paranoias y Fantasmas

Escarbando en los minutos que han pasado, buscando hasta el más mínimo vestigio de las traiciones que brillan por su ausencia, se encontraba sentado junto a la ventana y sabía que así el tiempo pasaría más veloz... O al menos eso creía.Llevaba un arsenal de errores dentro de un bolso azul que era su fiel compañero, un par de amores rotos clavados en los pies, y esa puta compañia que no veía nadie más que él. Las historias comenzaban y terminaban, tal vez pasándole por los costados, tal vez pisándole los talones, pero sentía que jamás podía tomar el control. Lastimaba sin querer, pero no sabía si ese "sin querer" lo hacía más bueno que aquél que lastima a conciencia. La inconsciencia puede ser un pecado mortal, y él llevaba la inconsciencia a flor de piel.Los lugares se quedaban impregnados en su memoria. Las personas pasaban, se iban, pero no sabía cómo retenerlas. Las charlas se transformaban en silencios, las compañias en ausencias, y tal vez ese era el destino. La ansiedad lo llevaba a dejarse llevar por impulsos letales, y de un impulso no se puede volver. La paranoia lo alejaba de todo, cada vez un poco más. Fue egoísta y no sabe cómo compensarlo, cómo hacer que vuelvan a creerle.Sentirse incomprendido es morir de a poco. El sentía eso. Cada día perdía más las ganas. Y sabía que la causa estaba dentro de sí mismo. Los fantasmas que desatan tempestades en su pecho, los nudos que contienen las palabras en su garganta, las voces que aturden sus mañanas y sus noches.Y se detuvo a pensar. Siempre le decían que era bueno, pero él lo estaba dudando. Darse cuenta del error hace más humano al que lo comete? Es como matar y arrepentirse, el crimen está hecho. El ya no creía en las segundas oportunidades, sólo en las mentes que lo recuerdan todo y nada pueden perdonar.

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