febrero 21, 2010

Tengo...

Tengo tantas ganas, que a veces no saben llamarse ganas de algo y sólo son ganas que se disparan contra las paredes, navegan el cielo y vuelan hasta las profundidades.
Tengo manías que me acompañan desde siempre: caprichos infantiles, angustias que traigo desde vidas pasadas. Me estoy gustando cada día más y eso está pareciéndome extraño, porque jamás le gusté completamente a alguien que me haya conocido por completo. Será que algo está cambiando; por dentro y por fuera, y a mi alrededor.
Tengo la soledad necesaria, la que anhelo, la que me hace falta. Tengo millones de canciones que aún no he terminado y millones de ideas que nadie logra interpretar. Me siento un incomprendido y eso no necesariamente es malo. Al contrario: disfruto de eso.
Tengo amores platónicos, amores perdidos, amores cruzados. Amores gastados. Tengo boludos que adoro, y otros que ya no puedo recordar aunque me esfuerce por hacerlo.
Tengo amigos maravillosos, talentosos, molestos, comprensivos y humanos. Tengo cuerpos del pasado guardados en un armario, y cada tanto los saco porque no me agrada dejar las cosas así, inertes, inmóviles. Todo lo que se estanca, se pudre. Todo lo que se calla, se grita en algún momento. Es el curso natural de las cosas, y no se puede impedir.
Ya no me preocupa aquello que no tengo. Sólo me ocupo de conseguirlo. No me inquieta saber que en el camino han quedado cosas, tengo demasiado por recoger delante de mis pies. Quiero hacer mi camino sin tantas preguntas.