julio 30, 2010

Magia

En el momento donde creo que nada vale la pena, aparece.
Cuando desconfío de todo lo que me rodea y miro hacia los costados buscando respuestas.
Cuando en las caras conocidas no hay nada conocido, y las caras desconocidas aterran.
Se hace presente y es un oasis en medio de este desierto infinito sin puerta de entrada ni de salida, cubierto de cristales que fingen ser lagunas todo el tiempo.
Felicidad, deseo de ser y de hacer. Recorrer cuerpos extraños, pieles nuevas que a la vez me resultan tan conocidas...
Despertar, escapar y renacer: los tres verbos que nos hacen sentir vivos. Despertar para vivir, escapar para sentir el movimiento y renacer de lo que fuimos todo el tiempo... Todo el tiempo. Y allí es donde la magia se recicla, porque siempre hubo magia en nosotros. Sólo que a veces se apaga y, cuando parecía haberse extinguido, alguien sopla hasta que me encuentro rodeado de estrellas.
El lugar donde estaba la herida se convierte en el seno de una nueva ilusión. Y nada puede ser eterno si puede convertirse en algo mejor, en algo distinto.
Cuando dejo de creer en ella, toca mi hombro.
Cuando dejo de buscarte, allí es donde apareces.

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