junio 17, 2010

El Enemigo

Todo el tiempo mirando alrededor, buscando. En las caras, en las calles, en las señales que arbitrariamente arma mi inconsciente sobre la base de cada comportamiento. Alguna queja al pasar, o alguna sonrisa que pueda ser interpretada como una burla. Miradas al vacío que las hago mías: la paranoia es hermana de la vanidad.
Mis hermanos, mis colegas, mis contemporáneos: todos pueden ser posibles candidatos. Abrumado encuentro entre las calles la unión con lo perdido. Me desarmo, por qué? Quiero levantarme, podré? Me recluyo en el más oscuro de mis silencios, hasta que logro rozar la capa más interna de mi existencia. La más áspera, en donde me encuentro y recuerdo quién era yo...
Todo el tiempo mirando alrededor, y el enemigo estaba más cerca de lo que podía imaginar. En cada cara se reflejaba, como si fuesen espejos de la nada. Me reconozco como un yo desorbitado. Me desarmo porque así lo quiero, nadie me desarma. Quiero levantarme y puedo hacerlo, sólo si es esa mi voluntad. Te miro cuando miro adentro mío, nada peor que ser el enemigo.

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