diciembre 24, 2009

Respuestas

Podría escribir tantas cosas. Podría perderme en la búsqueda de la originalidad o podría refugiarme en lugares comunes. Hacer más preguntas. Bueno, preguntas nunca faltan. Pero son de esas preguntas que no buscan una respuesta directa. Soy de los que preguntan más que nada por la satisfacción de seguir investigando, y la gente como uno sabe que las respuestas no siempre salen de la boca. Respuestas? Nunca las doy. Sólo escribo, amigos! Aunque a veces pienso que sería interesante para la población ser como la panelista del programa femenino que despeja todas las inquietudes y abarca diversos temas, desde el embotellamiento en Panamericana hasta la receta de la Torta Galesa. Pero... la ciudad está llena de respuestas... palabras tapizando las paredes, volviéndose locas por ser leídas, comprendidas, absorbidas, mamadas, tragadas, interiorizadas.
Entro a mi blog y escucho eso de “loco porque estás lejos”, pero ya no sé si me vuelve tan loco cualquier tipo de distancia. Antes no podía soportar ningún tipo de distancia y ahora no puedo soportar la distancia emocional. Porque, en definitiva, es la única lejanía que se hace completamente perceptible y se siente como un puñal helado que traspasa la memoria. Entonces comprendí esa respuesta que tuve siempre cerca de mi, susurrándome al oído su esencia: nada es tan lejano como creemos. Dentro del corazón están todas las personas, todos los momentos, todos los lugares: es como un pequeño gran mundo que habita en nosotros. Pero me ruborizo al pensar esto, suena tan cursi! Tan trillado! Y si así fuera, qué? Será que vivimos en un mundo exterior tan lleno de prejuicios que nos enseña a callar las respuestas de ese mundo interno que cada uno tiene? De todos modos, días como este ayudan a que muchos saquen afuera esas respuestas internas que tanto nos avergüenzan a veces. Y aunque podamos pensar en hipocresías, en quién está, en quién falta, y en tantas cosas más, hay algo que no podemos dejar de pensar: más allá de todo, es una buena excusa para escuchar al corazón y dejar que esa respuesta invada al mundo exterior por un momento.

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